Gustavo Vivas 27.03.2017 | 11:56 Levante EMV
El 7 de marzo, el Consorcio València 200, con alcalde a bordo, presentó la planificación estratégica de la Marina València con un horizonte de cinco años y dos retos: hacer de la Marina el motor de la transformación económica de la ciudad y recuperarla como gran plaza pública de las valencianas y los valencianos. El plan se resume en un documento cuya sustancia son los usos que se proponen en edificios patrimoniales, eventuales o futuribles.
Y el 23 de marzo los medios difundieron una iniciativa del Consorcio para poner nombre a algunos espacios de la Marina en un proceso participativo. Sin desconocer la importancia de la toponimia para la reapropiación ciudadana de un enclave urbano, alguna vez llamado Port Vell e intervenido de forma caótica para los noveleros y ruinosos eventos desarrollados entre 2007 y 2012, creo que es mucho más importante el topo-usus-nominis, o sea, los usos que nombran los lugares.
Como ilustración didáctica de lo anterior, cabe un ejercicio comparativo entre los usos que propone el Consorcio y los que fueron planteados por vecinos/as de la Plataforma El Litoral per al Poble (PELPAP) en el Civic Factory Fest (CFF), uno de los procesos participativos desarrollados en 2016, supuestamente recogidos en el mencionado documento:
Edificio del Reloj (1910) primera estación marítima, sede de la Autoridad Portuaria; Estación Marítima (1980) espacio arrendable a oficinas privadas para el Consorcio y sede de servicios públicos para la PELPAP; Docks (1911) almacenes que pueden albergar usos culturales u hoteleros; Tinglado 2 (1914) Plaza de los Poblados Marítimos; tinglados 4 y 5 (1914) espacios flexibles culturales y de innovación; Varadero (1917) Museo de la Mar (con las Atarazanas); la Aduana (1930), el edificio del Servicio de Sanidad (1942) y la actual sede del Consorcio (1961), pueden tener usos públicos o mixtos.
Las bases de la America´s Cup -cuya demolición demanda el Manifiesto de la PELPAP, en proceso de actualización-, tienen usos privados y mixtos (actuales o previstos) como EDEM, Bankia-Innsomnia, Alinghi MIX, Living LAB y servicios náuticos. Y en la esquina (mínima) y solar (residual) entre la Estación, el Edificio del Reloj y el nudo vial de la Avenida del Puerto con la transversal norte-sur que perdió su nombre con el CUF1, el Consorcio plantea la construcción de un hotel.
Esa encorsetada esquina/solar podría ser buen lugar para un edificio (mesurado) de usos terciarios rentables para el Consorcio, en sinergia con los públicos en la Estación; pero es inadecuada para un hotel. Es obvia su proximidad con la dársena histórica y pantalán de los megayates de supuestos/as usuarios/as de un superhotel; pero basta imaginar los tráficos peatonales cruzados para darse cuenta que está más lejos de lo que parece. Esta apreciación, contraria a la de prestigiosos arquitectos, ha sido tomada de vecinas/os de los barrios del litoral, de Natzaret a La Malva-rosa, que exhiben, muchas veces, más imaginación y sentido común que algunos/as expertos/as.
Hay lógicas expectativas privadas sobre el edificio de la Estación, pero en las mesas de trabajo del CFF quedó nítida la vocación pública del mismo. Se llegó a precisar su destino como sede de servicios municipales del Distrito del Marítim y aledaños, albergando una Biblioteca Mediterránea de temas marinos, fluviales, huertanos, urbanos y portuarios; de náutica, pesca y gastronomía, que dinamizaría la cultura marinera, base del desarrollo urbanístico, económico, social y turístico de la Marina.
Los Docks podrían albergar un hotel, como se recoge en el Plan Especial vigente. Con una cesión que tenga en cuenta su valor patrimonial, contaría con reformas de referencia a nivel local e internacional; con franco acceso en transporte público (tranvía, autobús y taxis); cercanos y amplios aparcamientos y grata conexión peatonal con el Paseo Marítimo, las playas y zona náutica y de ocio de la Marina Norte. Ergo: ¿Acaso lo sensato no es, primero acordar los usos y luego poner los nombres?
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